11 may 2008

¿CÓMO PRESENTAR LA MUERTE A LOS NIÑOS?

Muchos padres y madres tienen dificultades para hablar de la muerte con sus hijos y se les intenta ocultar para que no sufran. Esto, en vez de ayudarles, en muchos casos les perjudica, pues les incapacita para aceptar y vivir la muerte como algo natural.

A los niños necesitamos decirles que un ser querido está grave y que puede morir, en vez de tratar de ocultárselo, pues aunque lo intentemos, ellos captan que algo está pasando. Al no tener la información de lo que ocurre, la confusión y la incertidumbre pueden apoderarse de ellos. Conviene hacerles partícipes del proceso de enfermedad y de muerte; hablarles con naturalidad, con un lenguaje sencillo y asequible a su edad.

Considero que igual que se les enseña a los chicos matemáticas, se precisa educarles en el tema de la muerte.

Hasta los cinco años los niños aceptan la muerte con bastante naturalidad, sienten la pérdida, pero como viven el presente, continúan su vida con normalidad, salvo que perciban mucho drama en su entorno.

A partir de esta edad conviene darles explicaciones y compartir sus sentimientos. Si esto no se hace así, pueden presentárseles situaciones en las que les asalte el miedo o la angustia. Por ejemplo, si ha fallecido una persona de cuarenta años y sus padres tienen una edad parecida, pueden vivir con la angustia el hecho de que sus padres puedan morir pronto.

En la adolescencia se necesita estar cerca de ellos y apoyarles, y no suponer que porque ya son mayores están capacitados para aceptar y superar solos la muerte de un ser cercano.

También estará bien hablar con los hijos sobre qué pasa después de la muerte y esto habrá que contarlo según las creencias familiares.

La tristeza es la emoción que se presenta ante una pérdida irrecuperable y demanda protección o autoprotección. Resulta adecuado vivir esta emoción y no taparla con otras, pues cuando no se vive de manera adecuada, se puede transformar en: depresión, angustia, ansiedad...

La tristeza nos puede ayudar a entender la vida como un proceso de pérdidas permanente. Cada día asistimos a muchas “muertes”, pues cada instante muere y ya no vuelve. De ahí lo importante que resulta vivir el presente.

Si aceptáramos que la muerte puede llegarnos en cualquier momento, viviríamos de forma más intensa y profunda la vida. No dedicaríamos el tiempo a muchas disputas vanales y nos ocuparíamos de vivir de forma plena lo que se nos presenta en cada momento.

Fuente : www.craaltaribagorza.net

1 comentario:

Anónimo dijo...

No se si el límite de edad de los niños puede ser determinado con tanta exactitud.. lo que si es real es que cuando se pierde a un ser querido (en mi caso mi padre y con 5 años), hasta que uno no elabora el luto, el dolor sigue siendo "inesperado y agudo", todavía lloro a mi padre.. pero solo después de los 20 y tantos dejé de hacerlo con angustia... y todo por que se creía que en aquellos tiempos era mejor que los "niños no sufrieran", se que mi madre no lo hizo con mala fe... pero me faltó y me falta haberme podido despedir de él.... Agnus